PARA ESCRIBIR sobre el complejo que tienen algunos madrileños con respecto a los catalanes no hay papel suficiente en todos los bosques del Canadá. Según veredicto que alcanza a plumas tan conspicuas como Alfredo Relaño, el fútbol que hizo a la selección española campeona de un Mundial y dos Eurocopas procede de un eureka genial de Luis Aragonés, al que Guardiola posteriormente imitó. ¿Y cómo iba a imitar Guardiola a Aragonés, si Guardiola llevaba en La Masía desde los trece años, donde se lleva jugando así las tres últimas décadas, y se había proclamado campeón de Tercera dirigiendo al Barça B, antes de jugarse la Eurocopa de 2008? Por otra parte, ¿es que Aragonés se tapaba los ojos cada vez que jugaba el Barça de Cruyff, el de Van Gaal, el de Rijkaard? Con ello no quiero tampoco disminuir a Aragonés, un entrenadorazo que en algunos aspectos fue más amplio que Cruyff o Guardiola, porque no fue un fanático de un solo estilo de fútbol sino que cambiaba de estilo según los jugadores con que contara: solo constato que el FC Barcelona, en sus treinta últimos años, salvo una temporada con Robson, ha sido la referencia evidente de un tipo de fútbol que tampoco inventó Cruyff, ojo, sino que lo adaptó del Ajax de Amsterdam y de la Naranja Mecánica de Rinus Michels. Tanto Cruyff como Aragonés como Guardiola se limitaron a añadir su sello personal a una sensibilidad balompédica con muchos años de historia, una forma de jugar que comenzó a ganar adeptos a medida que iban mejorando la técnica futbolística y la calidad del césped. Cuentan las crónicas que la Hungría de Puskas, el primer equipo moderno, jugaba con pases cortos y apoyos constantes; también el "jogo bonito" que practicaba la selección de Brasil de los años 60 guarda muchas similitudes con el tiqui-taca. En España, el primer equipo que despuntó en esta disciplina fue el conjunto argentino San Lorenzo de Almagro, que hizo una gira de diez partidos por España y Portugal, hablo del año 1947, y con su fútbol frío, raso y matemático, maravilló al público ibérico, más acostumbrado a un fútbol de garra, esfuerzo y balones largos.