LLEVABA MUCHOS años sin ver el Thrilla in Manila, para muchos el mejor combate de todos los tiempos (para mí no está ni entre los diez mejores, de hecho ni siquiera es el mejor combate entre Ali y Frazier, que es el primero), y al verlo de nuevo esta noche, me he dado cuenta de algo que en los primeros visionados no capté: la cantidad de rope-a-dope que practica Ali, también contra Frazier. El rope-a-dope es una táctica boxística, popularizada por Ali en su famoso Rumble in jungle contra Foreman, que consiste básicamente en dejarse pegar con el fin de cansar al adversario: el boxeador que lo practica se va voluntariamente contra las cuerdas, ofrece sus flancos al oponente y trata de protegerse la cabeza mientras, de vez en cuando, lanza veloces contragolpes contra el rival. El problema del rope-a-dope, con el que Ali consiguió su victoria más estruendosa, es que practicado una sola vez es de una belleza espectacular, porque te permite ganar con el uso de la inteligencia a boxeadores más fuertes que tú; pero convertido en costumbre, deteriora tu calidad de vida para siempre. En la segunda etapa de su carrera, después de permanecer tres años y medio sin boxear por negarse a participar en la guerra del Vietnam, Ali se enfrentó a boxeadores de la pegada de Foreman, Frazier, Ron Lyle o Earnie Shavers, y con todos ellos practicó mucho o bastante el rope-a-dope, lo que le dejó secuelas físicas para toda la vida. Es famoso que ningún médico quería hacerse cargo de autorizar la pelea de Ali contra Larry Holmes, en 1980, porque Ali no era capaz de pasar la simple prueba de tocar su nariz con el dedo pulgar: a los 38 años de edad, los castigos recibidos le habían arruinado para siempre la posibilidad de hacer vida normal.
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lunes, 25 de noviembre de 2024
jueves, 27 de julio de 2023
36
LO DEL gen competitivo del Real Madrid es delirante. En los viveros neoliberales del self-made-team se tendría que estudiar este caso único en el deporte mundial. Si tuviéramos que reducir la historia del deporte a diez momentos himalayescos, los once anillos de Bill Russell, el gol de Maradona a Inglaterra en México 86, los siete dieces de Nadia Comaneci en Montreal, los 23 oros de Phelps, los 13 Roland Garros de Nadal, Abebe Bikila ganando descalzo, Jesse Owens ganando ante Hitler, Florence Griffith arrasando en Seúl, Muhammad Ali vs Foreman en Kinshasa, Rossi superando a Stoner en el sacacorchos de Laguna Seca… habría que hacer un hueco para las 13 Champions del Real Madrid… ¡y las que vienen! Es un club nacido para esa competición, que se transforma en ese escenario. A las seis primeras que ganó no les doy tanta relevancia, porque contaba con el mejor equipo del mundo de largo (Di Stefano y Puskas en el mismo once, casi nada, más Kopa, Rial y Gento), pero que haya ganado otras siete es de locos, porque solo en una de ellas, la que consiguió en la temporada 2001-2002 ante el Bayern Leverkusen con aquel famoso gol de Zidane, contaba en mi opinión con el mejor plantel del mundo. Las otras seis las ganó conjugando corazón y frialdad en los momentos clave, es el único equipo del mundo que puede hacer hasta el ridículo en la liga y copa de su país... ¡y luego ganar la Champions!, que es a la literatura como pasarte todo el año escribiendo como Paulo Coelho y en el último mes, de un golpe de inspiración, ¡que te salga el Quijote!
lunes, 3 de abril de 2023
5
Michael Jordan. Recogió la hortensia de Bird y Magic y la convirtió en un cactus. Jugador chupón que genera hijos chupones: Iverson, McGrady, Carter, Bryant, Harden… La pregunta esencial, cuando pensamos en una figura del deporte, es si hizo progresar a su deporte, si aumentó sus posibilidades. Alí hace progresar al boxeo dentro del cuadrilátero y fuera de él (crea alegría, lo vuelve más rápido, aumenta el negocio, lo utiliza para la reivindicación política, acaba con la preponderancia de los pegadores, sepulta la imagen de que los boxeadores son brutos y poco inteligentes); Pelé hace progresar al fútbol (es un portento físico, se asocia con sus compañeros, amplía la visión de juego, populariza el virtuosismo, lleva en sí todos los recursos técnicos que luego van a pulir Maradona o Messi); y Rossi relanza el motociclismo (deja la Honda y se va a Yamaha, tiraniza en las últimas vueltas, cambia de estilo de pilotaje hasta cuatro veces, tontea con la Fórmula 1, revoluciona la participación del piloto en el desarrollo de la moto, altera la relación con el público, introduce la creatividad en las celebraciones de la victoria). Jordan, en cambio, reduce un juego de equipo a un juego individual, suplanta el esfuerzo colaborativo por el modo-héroe y solo hace crecer al baloncesto como negocio. Para que volviera a aparecer un equipo como los Celtics o los Lakers de los ochenta, que en su época dorada siempre ganaron a Jordan, hubo que esperar veinte años hasta que llegaron los Spurs: esos veinte años son los que Michael Jordan ha robado al baloncesto. Por otra parte, tampoco fue solidario fuera de la cancha y cortó la tradición de compromiso con la comunidad negra que representaron Ali, Tommie Smith, Bob Beamon o Jabbar. Apolítico confeso, cuando un demócrata le pidió apoyo le contestó que “los republicanos también compran zapatillas” y desgraciadamente también en esto dejó huella: actualmente son muchos los equipos, con el Real Madrid a la cabeza, que prohíben a sus jugadores hacer declaraciones políticas bajo amenaza de sanción. Ese es su legado ⇒Michael Jordan o la clase de negro que conviene a los blancos ⇒Michael Jordan o la personificación del capitalismo ⇒Michael Jordan o el homo nefastus del deporte.
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