lunes, 4 de septiembre de 2023

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INCREÍBLE HASTA qué punto el deporte reproduce la situación política. Aunque Robert Lewandowski es polaco, la prensa alemana se queja a estas horas de que no haya ganado el balón de oro, porque lleva once años jugando en la Bundesliga y lo sienten ya como uno de los suyos: a estas alturas, los alemanes han germanizado a Lewandowski (si bien allí también cuecen habas: parece que les cuesta menos aceptar a un polaco como a uno de los suyos que a turco-alemanes como Ózil o Gundogan).

En España, en cambio, no se ha españolizado a Messi, y los medios españoles radicados en Madrid ningunean al actual jugador del PSG: se dedican a estas horas a rebajar su triunfo y a reproducir las críticas que se le están haciendo por obtener su séptimo galardón. Cuando digo que no se le ha españolizado, me refiero a que no lo “sienten” como español, porque Messi llegó a España en el año 2000 y ES ESPAÑOL desde 2005, fecha en que obtuvo la nacionalidad. Todos los grandes éxitos que ha logrado Messi como profesional los ha obtenido no solo con la nacionalidad argentina, la de nacimiento, sino también con la española.

Comparemos su caso con el de Luca Doncic. Doncic es esloveno. Jugó en su adolescencia y primera juventud en el Real Madrid de baloncesto. Pasó seis años en España, frente a los 21 años de Messi. Desde que se ha ido a la NBA, los medios españoles radicados en Madrid doblan y triplican la cobertura de sus éxitos: Doncic ha recibido más cobertura que jugadores aún mejores que él (digo aún porque es un monstruo y no sería raro que en poco tiempo los superara) como Lebron James, Kevin Durant o Stephen Curry, y también más páginas y portadas que cualquier otro jugador español, una vez que su llegada coincidió con la decadencia de Pau Gasol.

¿Por qué la prensa española radicada en Madrid siente a Doncic como español y a Messi no? La respuesta la sabes tú igual que la sé yo, pero la causa no es de esas que se puedan remediar tomando unas pastillas.

Para curar a los madrileños de la enfermedad que sufren con los catalanes, habría que hacerles pasar por el quirófano. Sin un trasplante de cerebro, la catalanofobia no se puede curar.