EL FORMATO del fútbol español es un éxito porque se basa en una rivalidad/envidia tiña que supera lo deportivo. Existen dos equipos superiores, muy poco queridos en el resto de Europa, conocidos en Inglaterra como “los gigantes españoles”, que dirigen su odio entre sí y se retroalimentan. Cuando Guardiola hizo aquel Barcelona de ensueño, parecía que iba a dominar el fútbol durante una década; pero el Real Madrid sufrió aquella época con tanto dramatismo que reaccionó y ganó seis Champions en once años. Ahora que se auguraba que el Real Madrid iba a dominar la próxima década, con el fichaje de Mbappé como guinda, resulta que es el Barcelona el que reacciona ante el abuso y se pone, con Lamine Yamal al frente, en situación de abusar. Hay otras rivalidades en Europa, pero pocas tan radicales como esta, donde cada equipo plantea no solo una manera de jugar al fútbol sino una manera de estar en el mundo: el uno es centrípeto, el otro centrífugo; el uno es monárquico, el otro republicano; el uno es la asimetría, el otro la matemática; el uno es la casta y la épica, el otro el arte y la sofisticación. Solo coinciden en el horizonte al que miran: los dos son equipos nacidos para la megalomanía, con los ojos puestos solo en la grandeza.